Cinco letras llevo marcadas

Aprendí a decir su nombre desde que tuve uso de razón. Lo tengo grabado en mi partida de nacimiento, en mi DNI y en otros documentos que dicen quien soy. Al principio pensé que solo podía verlo hasta que me di cuenta que también podía beberlo. Parte de mi identidad gira en torno a su nombre: Pisco, pisco. Con mayúscula y minúscula. Soy sureña (pisqueña de nacimiento) y como tal cuasi conocedora de tan delicado aguardiente de uva (pisquera por educación).

Fue casi inevitable, qué podía hacer si en casa se compraba el líquido elemento por damajuana, en toda su diversidad. Incluso antes de probar cerveza mis papilas gustativas ya conocían de sus bondades. Desde entonces me rindo ante esas cinco letras.



Por eso cada sorbo de pisco me inyecta un poquito más de vida. Es casi como volver a sentir la brisa de esas playas en las que abrí los ojos (con paraca incluida) o aquel sol quemando mi piel con deliciosa parsimonia durante toda mi niñez. Un brindis por el pisco sour, cualquier día es bueno y no solo el primer sábado de febrero (su día oficial). Y otro por ese puerto que le dio el nombre, mi querido terruño.



PS: Como siempre yo atrasada... !feliz día bendito pisco sour! Este post debió haber sido publicado hace tres dias.

Fotos: Internet.