Pidiéndome la mano

¿Usted me está diciendo que no tengo huellas?, por favor otra vez hagamos la prueba, como usted quiera, humm... a ver suelte la mano, eso es lo que estoy haciendo desde hace rato, es que no sé porqué no sale la huella con normalidad, ya me está poniendo nerviosa, es extraño es como si sus huellas estuvieran gastadas, ¿gastadas?, quiero decir no salen completas no se marcan bien, oiga no será la tinta, mire cómo salen las mías, qué está queriendo decir, déme su mano otra vez relaje los dedos, yo no veo que haya mucha diferencia, esto no está bien, ahora ya estoy sudando se da cuenta, bueno veremos los otros dedos, ahí está tengo huellas dactilares, no son claras fíjese, la verdad que no lo entiendo, puede tener problemas, no es mi culpa en todo caso, le recomiendo usar crema hidratante puede que le haga bien, ¿cómo?, eso es todo señorita tenga su recibo, ¿puede venir alguien a recogerlo o es personal?, mejor venga usted misma no estoy seguro si le aceptarán... por estas huellas.

Diálogo ocurrido en una de las oficinas de Reniec al momento de renovar mi DNI.

Entendí lo que es estar bajo sospecha sin motivo alguno, y aún así ponerse nervioso.

Descubrí también que mis manos no son de éste mundo o por lo menos que no tengo (tan claras) esas señales que identifican a los humanos.

De ser alguna vez “modelo de mano” (sí, aunque haya sido solo para el blog de mi amiga Karina allá por 2006) pasé a ser vista como la mujer de las “manos necesitadas de hidratación” (y hubiesen visto las del susodicho).

Para mayores detalles no trabajo en construcción civil o algo por el estilo.

Esto no es ficción, es un caso de la vida real.

Leyenda: Fantasmal visión de mis manos.

Foto: Archivo personal.