Tijeras y espejos

Qué difícil es levantarte un día de la cama y no reconocerte. Me pongo a pensar en el choque psicológico que es pasar de ser un político de alto rango a un prófugo. Debe ser tanto como que una reina de belleza linde con el sobrepeso poco después de dejar la corona. Todo salvando las distancias. O la penosa transición que se avisora al dejar la opulencia por el abandono del vil metal. Casi como vivir la mejor historia de amor y que te arrebaten al co-protagonista de súbito. ¿Imaginas lo que sentirá una vedette o una actriz de poca monta luego de ponerse cuatro tallas más de delantera? Supongo que le tomará tiempo integrarse a sus siliconas. ¿Será su desconcierto equivalente al de aquel que no reconoce su otro yo por que blande un puñal en la mano, cuando toda su vida siguió a lo que Inmanuel Kant llamaba el imperativo categórico, o la voz de la conciencia?

No, no es posible que mi nuevo peinado me haga esto: tener una crisis de identidad semejante… ¡Me veo como la hermana menor de Courtney Love en morena! ¡Horror!!

PD: Esa es la razón por la que desaparecí mi foto del perfil.