Placer playero

Un poco de brisa marina para desintoxicar mis pulmones. El mar tiene el misterioso poder de curarlo todo en mí, me basta unas horas de inmersión total para olvidarme que Lima y su ruidoso tráfico existen. Sospecho que es esa increíble combinación de imágenes, sonidos y sensaciones lo que me pone a volar. Bueno, también me bastan unas horas para darme cuenta de que soy amante de la modernidad: exijo agua potable, servicios higiénicos, cama confortable y cubiertos para poder probar bocado. Que puedo hacer, vivo en una encrucijada que se acrecienta con la llegada del calor.

Precisamente estos últimos días volví a los brazos del mar en un paraíso llamado Mendieta, y aunque mi paso por esa playa me regaló un masaje neuronal más que un bronceado soñado no puedo negar su efecto renovador.



Mendieta es una de las playas pertenecientes a la Reserva de Paracas que nada tiene que envidiarle a las mejores, con un paisaje desértico singular, aves marinas, cangrejos, olas pequeñas y aguas frías por la corriente de Humbolt (para llegar a ella hay que pasar inevitablemente por Pisco, a tres horas y media de Lima aprox., de allí a 25 km alcanzarás la felicidad). Toda una experiencia.

Fui a parar allí la semana pasada huyendo de las aglomeraciones, vaya que lo logré. No había un alma cuando llegamos, era casi como sentirme la Eva de mi propio Edén. Y no es que haya ido emparejada, lo digo por la belleza que descubrí (después de haber vivido en Pisco por más de una década recién caí por esos lares!). Disfruté cada minuto tanto como si saboreara un helado de pisco sour, tomé fotos, confirmé que aun no olvido mis clases de natación… no obstante, a las seis de la tarde mi otro yo me pedía a gritos mi habitual y cómoda guarida.



Fotos: Angélica C.

Leyenda: Mendieta es una opción playera para renovar energías admirando el paisaje.