Wednesday, June 20, 2007

Cuestión de pelos

De adolescente me daba alergia ver a un hombre con bigotes, había algo detrás de ese grupo de pelos ocultándose, tal vez una sonrisa morbosa, quizá solo unos labios relajados. No obstante, no me daba confianza. Supongo que la madre del cordero fue chocarme con un cuarentón de espeso mostacho en plan de acosador la primera vez que viajé sola en bus, es decir a los 14. Una bebita.

Sentada a la ventana me sentía acorralada, para colmo no había asientos libres como posibles refugios. En conclusión, me malogró el viaje con su discursito de gigoló que a pesar de tenerlo claro me puso nerviosa de pies a cabeza. Desde entonces esa fue la dupla: bigotón-mañosón. Jamás pude ver atractivo a un exponente de ese grupo ni un ápice, según mis propios estándares podría él tener una barba de Matusalén pero no bigote. Lo bueno es que tampoco abundaban los bigotones.

Y ahora que lo pienso bien más que complejo pre existente es que a la mayoría de hombres el bigote no les va (quizá hasta oculta su sexappel). Son contados los que rompen la regla, y claro, lo digo ahora que ya dejé atrás las futilidades. Por eso puedo deleitarme viendo a Johnny Deep como un ebrio y sucio pirata pero me es chocante Nicolás Lúcar aún olvidándome de quién es.

Para no bajar el nivel solo recuerdo a dos de los galanes peruanos más famosos de todos los tiempos (qué horror, cómo pude escribir esa huachafería): Diego Bertie y Christian Meier, sin bigote pueden ser lo que yo, tú, ellos o todos quieran pero con bigote no sé, ya no se lucen tanto. Qué tema más complicado este (profundo ni que se diga), de a dónde le queda mejor el pelo a los hombres (peruanos especialmente), una verdadera descerebrada.


Imagen: Mister M.

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