Que no te pese la lengua

Si hasta los pelícanos agradecen por el pescado regalado (con las alas abiertas y sonidos chirriantes pero lo hacen) , por qué extraña razón no lo pueden hacer los llamados seres pensantes (y la cuestión va más allá de pescados y regalos ojo). Me pregunto si es demasiado difícil pronunciar g-r-a-c-i-a-s al cruzarme con cada energúmeno que pareciera haberse tragado la idea que lo merece todo. Claro, esa no es la única palabra “prohibida” en el léxico común del perucho, creo que las otras tres son: por favor, permiso, perdón. ¿Cuesta tanto ser educado? Todo indica que si. Pero un poquito de respeto (solo un poquito aunque sea) no le hace mal a nadie.

Leyenda: Estos pelícanos resultaron ser un barril sin fondo. Pero al menos agradecen.

Foto: Angélica.

Tijeras y espejos

Qué difícil es levantarte un día de la cama y no reconocerte. Me pongo a pensar en el choque psicológico que es pasar de ser un político de alto rango a un prófugo. Debe ser tanto como que una reina de belleza linde con el sobrepeso poco después de dejar la corona. Todo salvando las distancias. O la penosa transición que se avisora al dejar la opulencia por el abandono del vil metal. Casi como vivir la mejor historia de amor y que te arrebaten al co-protagonista de súbito. ¿Imaginas lo que sentirá una vedette o una actriz de poca monta luego de ponerse cuatro tallas más de delantera? Supongo que le tomará tiempo integrarse a sus siliconas. ¿Será su desconcierto equivalente al de aquel que no reconoce su otro yo por que blande un puñal en la mano, cuando toda su vida siguió a lo que Inmanuel Kant llamaba el imperativo categórico, o la voz de la conciencia?

No, no es posible que mi nuevo peinado me haga esto: tener una crisis de identidad semejante… ¡Me veo como la hermana menor de Courtney Love en morena! ¡Horror!!

PD: Esa es la razón por la que desaparecí mi foto del perfil.

Un empujoncito para este taxi

Escena 1: Dos veinteañeras jadeantes empujan un auto en plena calle. Se ven exhaustas pero continúan avanzando, diez metros más. Tienen las manos totalmente sucias, visten ropa entallada y botas, llevan maquillaje. Una de ellas tiene un teléfono celular en el bolsillo trasero. Pese a todo, de vez en cuando voltean y se regalan sonrisas divertidas.

Escena 2: En los probadores de una tienda por departamento las dos jóvenes hacen fila una y otra vez hasta elegir “la ropa” que desean llevar. Una encuentra un par de jeans de esos “que sacan un potazo”, la otra se queda con un buzo “lindo, especial para ir al gym súper fashion”.

Escena 3: Un grifero llena el tanque de gasolina del auto. Dentro las chicas conversan amenamente con el conductor. Cambian de radio hasta encontrar “algo decente”, pagan con un billete para que les den sencillo, revisan las monedas “no vayan a ser falsas”, encienden el motor… no arranca. El grifero que acaba de darles el vuelto los ayuda a salir de alli “hasta la pista no más porque tengo que seguir chambeando”. El chico “súper chévere” que va al volante se vuelve a decirles algo.

Escena 4: Felices y orgullosas, tanto como si las acabaran de coronar, las dos amigas se abren paso por el centro comercial hasta llegar a la calle. Un auto acaba de detenerse, ellas le echan una mirada rápida, hablan con el conductor y suben casi de inmediato.

Escena 5: El chico que maneja no sobrepasa los 27. Ya no está manejando pero sigue al volante mientras ve por el espejo retrovisor a las dos jóvenes pasajeras hacer su mejor esfuerzo. Piensa que será una pena no seguir conversando con ellas, tampoco quiere quitarles todas sus energías… Sonríe de costado al momento de arrancar y pisar el acelerador. Las dos veinteañeras agradecen entre bromas que el movimiento del carro. Unos segundos después corren detrás de él lanzando gritos. El taxi amarillo se ha marchado. Sus cosas van dentro. “Maldito ratero” es lo más publicable que se oye.

PD: No se les ocurra pensar que este pechito es una de las protagonistas…Es una historia de buena fuente, más ingenua que buena mi fuente je je.

Pidiéndome la mano

¿Usted me está diciendo que no tengo huellas?, por favor otra vez hagamos la prueba, como usted quiera, humm... a ver suelte la mano, eso es lo que estoy haciendo desde hace rato, es que no sé porqué no sale la huella con normalidad, ya me está poniendo nerviosa, es extraño es como si sus huellas estuvieran gastadas, ¿gastadas?, quiero decir no salen completas no se marcan bien, oiga no será la tinta, mire cómo salen las mías, qué está queriendo decir, déme su mano otra vez relaje los dedos, yo no veo que haya mucha diferencia, esto no está bien, ahora ya estoy sudando se da cuenta, bueno veremos los otros dedos, ahí está tengo huellas dactilares, no son claras fíjese, la verdad que no lo entiendo, puede tener problemas, no es mi culpa en todo caso, le recomiendo usar crema hidratante puede que le haga bien, ¿cómo?, eso es todo señorita tenga su recibo, ¿puede venir alguien a recogerlo o es personal?, mejor venga usted misma no estoy seguro si le aceptarán... por estas huellas.

Diálogo ocurrido en una de las oficinas de Reniec al momento de renovar mi DNI.

Entendí lo que es estar bajo sospecha sin motivo alguno, y aún así ponerse nervioso.

Descubrí también que mis manos no son de éste mundo o por lo menos que no tengo (tan claras) esas señales que identifican a los humanos.

De ser alguna vez “modelo de mano” (sí, aunque haya sido solo para el blog de mi amiga Karina allá por 2006) pasé a ser vista como la mujer de las “manos necesitadas de hidratación” (y hubiesen visto las del susodicho).

Para mayores detalles no trabajo en construcción civil o algo por el estilo.

Esto no es ficción, es un caso de la vida real.

Leyenda: Fantasmal visión de mis manos.

Foto: Archivo personal.

Esos libros sin imprimir...

Rain tuvo la culpa. Tuvo la culpa de que en éste blog postee otro meme. Aún así le agradezco su interés por pasármelo porque me hizo escarbar terrenos transitados pero poco observados.

"I now propose a new tag: Things which one has read and has been influenced by which are not confined to those paper-bound vessels of the printed word we refer to as books. Let's call these non-books. Or maybe impossible books. Or limen books? It's up to you. List five".

Cinco cosas que he leído y que han influenciado en mi fuera del universo de los libros, es decir aquellos "no-libros".

Los ojos: Dicen mucho más de lo que se quiere en ocasiones. Soy una admiradora de ellos y del poder que emanan por sí solos.

La naturaleza: Su respetabilidad es similar a la Biblia y El Quijote si debiera compararla con libros impresos de viejo calibre. Basta encontrar la conexión adecuada, ella te revelará secretos insospechados.

Los ancianos: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo” reza un dicho popular y yo no puedo estar más de acuerdo. Aún me veo sentada junto a mi abuela paterna, toda oídos para con ella y sus deliciosos monólogos, momentos inolvidables de mi infancia.

Los animales: Son mejores que cualquier libro de autoayuda, con ellos aprendes a ser mejor ser humano. Si lees correctamente sabrás cuál es tu posición en el mundo, tus derechos y tus responsabilidades, con ellos y con tus semejantes.

Los olores: Puedo tener sosiego o alterarme con ellos. Enamorarme, sentirme niña, mujer fatal. Tener hambre, saber que algo no me gusta, emborracharme y más. Sí, a veces mis ojos me dicen su punto de vista pero los olores me lo confirman o desmienten.