Sunday, December 31, 2006

Echando un vistazo al 2006

Hasta aquí llegué cargando el equipaje de este año. Ahora mi propio ser pide rendir cuentas y no me queda más remedio que hacerle caso. En cierto modo me da miedo saber que solo avancé medio paso cuando debí haber dado uno.

Si de pronto llegase un extraterrestre a la tierra, me amordazara y me sacara a punta de cargas electromagnéticas (o de rayos piushadores como dice el Imberbe Muchacho) todo lo hecho en los últimos 12 meses no tendría más remedio que confesar que:

Nunca terminé de aprender a inclinarme para saludar al estilo japonés. Claro, si a los 6 ya estaba en clases de ballet donde la postura es lo más importante del mundo (y yo era la ichi ban, number one, la última coca cola del desierto, etc, etc) cómo diablos iba a bajar la espalda para saludar con normalidad? Máximo un leve movimiento de cabeza y esto es. Aún así mis amigos japoneses supieron soportarme y quererme… Es que soy irresistible je je.

No escribí tantos e-mails como hubiese querido. Me volví una verdadera marciana. El tiempo, el espacio y las circunstancias convirtieron mis manos en pesados bloques a la hora de escribir y responder mails a los cuatro amigos que todavía me quedan. Pido disculpas públicas a todos ellos (por gusto porque ninguno de ellos me lee nunca).

Gasté la mitad de mi salario en teléfono y chucherías. Sí pues eso de volverse adicta a algo es un problema. Y a mi se me pegó la maldita costumbre de llamar hasta para contarle a mis padres y a mi enamorado lo que había comido ese día… Mala idea, incluso peor cuando es a larga (larguísima) distancia. Las chucherías se refieren a esas golosinas que nunca dejé que falten en mi bolso.

No llegué a ir a Kyoto. Es casi tan dramático como visitar el Perú y dejar de ir a Cusco. Tan pero tan vergonzante que casi me compro una postal para pegar mi imagen en photoshop. Lo que más jode es que estuve a punto… pero el casi es no.

Llegué a perder el acento peruano. Sin darme cuenta claro está. Nunca fue mi propósito pero qué querían si no solo vivía en Japón, trabajaba rodeada de hispanohablantes de todo calibre (además de peruanos, argentinos, bolivianos, colombianos, españoles, mexicanos, dominicanos y hasta japoneses que hablaban español pero ¡con acentos diversos!) y compartía vivienda con dos amigas brasileñas.

Tuve dos hijos. De los cuales me siento orgullosa. Son tan míos como que salieron de mis arcas, luego de horas y horas, mejor dicho meses y meses de arduo trabajo. Pese a que en su partida de nacimiento dice Made in Japan ellos son ahora tan peruanos como su madre.

No voté ni en primera ni en segunda. Me alegro de no haberlo hecho (más en la segunda vuelta que en la primera). Me niego a suicidarme (al menos por ahora), en todo caso si he de morir prefiero que me maten. Claro que ese día trabajé de sol a sol.

Muté de color de pelo varias veces. Parafraseando al Chavo del 8 "lo hice sin querer queriendo", sucede que no siempre encontré el mismo tinte en vitrina, así que pude experimentar con mi cabello en castaño claro, naranja, chocolate, rojizo oscuro, melocotón, zanahoria cobrizo, etc, etc hasta que en septiembre el negro entró en mi vida para quedarse.

Conocí Okinawa. Unos días en esa bendita isla me renovaron por completo. Me sentí misma Bo Derek en el filme "10: La mujer perfecta", saliendo del mar con un bronceado perfecto y aspecto de sirena. No es que yo tuviera el bronceado perfecto y el aspecto de sirena pero el mar, ese sí que era igual.

Mi hijastro llegó a aceptarme. Me costó dinero, tiempo, paciencia, nervios, sudor y mucho más (casi hasta lágrimas) pero Argos, el angelical rottweiler de mi enamorado ahora me permite poder entrar a su casa (con él suelto) sin intentar saltar a mi cuello. Lindo él. Creo que llegó a rendirse ante mi sexapeel.

Volví al terruño. Luego de dos años de sentirme una extranjera al otro lado del mundo regresé para darme cuenta que aquí era ¡otra extranjera solo que disfrazada de peruana! Suena ridículo pero así fueron mis primeros días, mi etapa de readaptación a la sociedad.

Regresé al gimnasio. Mis músculos se reactivaron a punta de clases de baile. El regreso no fue fácil, al día siguiente me dolía hasta debajo de la lengua. Ahora no seré una experta pero por lo menos ya no piso a ninguna chica de la clase tratando de hacer las coreografías.

Se me cumplió el milagro. Él estuvo allí conmigo, me escuchó. Cómo agradecerle éste regalo... Él sabe lo feliz que fui en estos días. Tendría que hacerle un obsequio semejante, el único problema es que no me alcanzaría la vida misma.



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¡Diviértanse a más no poder!, ¡reciban el 2007 con su mejor sonrisa! Todo lo mejor para ustedes, y gracias por estar siempre allí... ¡Feliz Año del cerdo! !Miles de abrazos!

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Sunday, December 24, 2006

¿Crees en los milagros?

En un mundo perfecto sería solo un acto de justicia. Pero estoy aquí, en la tierra, donde la forma más cercana de llevarlo a cabo es con ayuda tuya. Y un milagro parece en este caso la única salida.

No es para mí aunque de hecho me reditua. Mi beneficio es la sensación de haber hecho un poco más feliz o menos infeliz a alguna alma sino es a más.

Sabes bien que siempre he agradecido tu proverbial ayuda, que nunca olvido a quienes me dan la mano y menos a tí que me has dado la existencia entera.

Hoy es el día. Para bien o para mal soy la última vía a ponerle punto final al problema. ¿Estaré realmente a la altura? ¿Podré enunciar las palabras precisas y los sentimientos idóneos? ¿Estarás allí conmigo?

Qué coincidencia. Dentro de unas horas será Noche Buena, tu serenata. Mañana es tu cumpleaños, la celebración será masiva, aunque casi tu figura haya sido reemplazada por la de un sujeto gordiflón vestido de rojo que solo inspira el materialismo más debordante.

Yo solo tengo para darte este corazón abierto de par en par, que se retuerce ante la mezquindad, que solo late pidiendo un poco ya de caridad.

Tu que sabes de heridas mejor que nadie me debes entender. Yo entiendo que el universo entero está plagado de casos mayores. Lo sé. Pero este está tan cerca que me sentiría despreciable si no muevo un dedo. Más aún, me golpea todo el tiempo, y no pretendo vivir de moretones toda una vida. Nadie lo merece.

¿Crees en los milagros? Mi respuesta es un nudo que atraviesa mi garganta. Me consuela saber que creo en ti. Ya falta poco. Yo estoy aquí. ¿Y tú?


PD: Deseo que todos y cada uno de ustedes tengan una Navidad especial, que sean felices o sean como quieran ser. Mis mejores deseos y que se cumplan todos los milagros de buena intención.
Abrazos y besos.

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Sunday, December 17, 2006

Busco empleo: 5 opciones

Hace poco leí un post en el blog de Gino en el que enumera los cinco empleos "top" por los que casi mataría (el original fue tomado del blog de Luis Alarcón). Entonces me animé a cambiar un poco el contexto peruanizando el tema. ¿Qué me gustaría hacer en este mi querido país sin tener un mal resultado monetario? Aquí mi lista.

Empresaria mortuoria

Por qué: Siempre muere gente.
Todos necesitan un lugar para enterrarse (a menos que prefieran ser cremados).
Pro: Es uno de los pocos negocios redondos en el Perú.
Contra: Triste alegrarse cuando aumenta el índice de muertes.
Tener a la muerte como aliada es escalofriante.

Flight hostess

Por qué: Puedes entrar y salir del Perú todo el tiempo y te pagan por hacerlo.
Pro: Conoces más países de los que podrías si no lo fueras.
Todo el tiempo ves caras nuevas.
Puedes ser la musa de muchos pasajeros sean niños o adultos.
Contra: Los cambios de horario constante acabarían con tu organismo.
Si estás de mal humor o tienes una crisis debes tragártelo todo y sonreir.

Organizadora de eventos

Por qué: Están a la orden del día. Se organizan conferencias, fiestas, reuniones, desfiles, bienvenidas, despedidas, inauguraciones tooooodos los días.
Pro: Tu agenda es kilométrica y todos (o casi todos) quieren trabajar contigo.
Eres la dueña de tu propia empresa antes de los 30 y no pareces una aburrida.
Entras a los lugares más exclusivos sin pagar un sol.
Contra: Estás expuesta a sufrir de estrés y presión alta por el ritmo de vida.
Todo el mundo tiene tu celular y te llaman hasta los domingos.
Si te olvidas de convocar o invitar a alguien dirán que “te subiste hasta la luna y no le has ganado a nadie”.

Decana universitaria

Por qué: Empleo con oneroso salario que no implica despeinarse.
Pro: Tienes el respeto de tus colegas y una legión de alumnos.
Tu opinión sobre algún tema de coyuntura rebotaría inmediatamente en la prensa.
Contra: Te aburrirías de lo lindo si lo pedagógico y administrativo no fueran lo tuyo (de hecho lo mío no lo es tanto).
Puedes convertirte en el blanco de colegas "cizañosos" o insatisfechos y alumnos rebeldes o radicales (especialmente si se trata de universidad nacional).
Tu cara, tu nombre y algunos saludos a tu madre adornarán los baños eventualmente.

Escritora de cuentos para adultos

Por qué: Puedes publicar más fácilmente (es más comercial el erotismo que la serie de crónicas que tienes guardadas en algún lugar de tu PC).
Pro: Eres popular de la noche a la mañana así no escribas un párrafo coherente.
Los medios te dan cabida (por vender morbo).
Contra: Difícil hacerle entender a la población que erotismo no es pornografía.
Eres pirateado el mismo día que lanzas el libro.
Todos pensarán que tus escritos son autobiográficos si eres mujer (o son tus represiones si eres hombre).

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Saturday, December 09, 2006

De vuelta al gym

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Hay momentos en la vida en que tienes que tomar una decisión, desearte suerte y empezar. Tras dos años y medio de estar alejada de cualquier cosa parecida a un gimnasio y luego de un accidentado intento de hacer jogging creí que ya era tiempo de poner en actividad toda mi humanidad si no quería volver a asustarme frente al espejo. Fue así como inicié mi reencuentro con el mundo fitness.

“Veamos, empezaré con un poco de cardiovascular”, me dije ignorando la dichosa rutina de ejercicios que me habían asignado. “Total, que tan difícil puede ser”. Además, oigan ahí, hasta hace un tiempo atrás yo era una de las mejores en esas artes (tae bo, aerobics, danza, etc), de esas afanosas que se ponen delante y son prácticamente asistentes de los instructores de turno.

De repente, estaba sumergida en medio una masa que sucumbía al ritmo de un merengue full movimiento de hombros que todos seguían como autómatas. Tomé agua una vez más, busqué mi posición y me lancé a formar parte de esa manada sintiéndome como el patito feo. Al darme cuenta que a nadie le importaba mi presencia poco a poco fui cogiéndole la gracia al asunto. Ya estaba. Unos veinte minutos más y terminaba bailando misma Olga Tañón. “No era cosa de otro mundo esto de las clases de baile”, pensé, orgullosa de mi progreso.

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Mi sonrisa de victoria anticipada se borró como por encanto. Apenas acabé de pensar esa frase cual si fuese una maldición, los parlantes expulsaron un furioso reggaetón que me hizo abrir los ojos más de la cuenta: jamás en mi vida había bailado algo tan... ¿extraño? Ni si quiera podía definirlo...“Ah no, yo me quito”. Cuando preparaba mi salida un comentario me paró en seco. “Mira a esta, está perdidasa”. Pues sí, lo estaba. Pero no tenía que saberlo ¡nadie! Y de puro asada me quedé. ¿A quién le dijeron perdida?

El tiempo no pasa en vano. ¡Dios! ¡Me di cuenta cuan oxidada me había puesto en mi ausencia de esos centros de culto al cuerpo solo en dos minutos! Y siente más la pegada quien regularmente esquiva cualquier contacto con dicho género si no es solo para burlarse. Sencillamente mi vida estaba al margen de todo “pasito” tipo exorcismo hasta aquel instante.

“Esta cree que todos tenemos 20”, escuché decir a mi lado mientras se hacían pedidos musicales para el próximo sufrimiento. La dueña del ácido comentario era una tía de 45. Se veía super fresh, como recién empezando la clase pese a su quejosa frase. Al otro lado, yo, hiper archi super colorada, resoplando y buscando infructuosamente más aire en el ambiente. “Excuse me, hablaba conmigo?”, pensé volteando para que vea bien mi joven "cacharro" (mi rostro infantil, mi piel de porcelana je, je) y se de cuenta que se equivocó de persona. “Yo estoy en los 20!... bueno, todavía sigo”. Sí, posiblemente ella me aventajaba en práctica (en coreografía, en ritmo, en físico, en…mejor no sigo) pero solo era cuestión de ubicarme.

El próximo tema fue la venganza de la tía. Shakira era una "zapatilla" al lado de la profesora, una morena brasileña de afiebrados movimientos que sencillamente me hizo sentir casi una anciana en silla de ruedas, como la mamá de la tía de 45 que en ese instante se meneaba misma odalisca. Un poco más de contracciones estomacales, otro poco del famoso “teteo” de Alan García (*) y algo de rumba-samba-mambo terminaron por maltratar mi almidonada cintura.

No sé si las dichosas clasesitas acabarán modelando mi figura pero si de algo estoy segura es que servirán para convertirme en la vedette de la fiesta de año nuevo... si no desfallezco en el camino.

Como dirían los hijos del país verde amarelho ¡Nossa senhora, nao acredito! (**).


Fotos: Internet.

(*) Célebre movimiento mamario que hizo el presidente peruano en su campaña electoral.
(**) Españolizado sería: !Madre mia, no creo!

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Monday, December 04, 2006

Navidad al rojo vivo

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Oh sí, llegó diciembre, el mes ideal para las taquicardias. Aparte de las innumerables compras navideñas (con una cuota adicional de tráfico y sol), hay un elemento capaz de hacernos perder el control, el color líder en estas fiestas: el rojo omnipresente.

Me declaro una de sus víctimas. No puedo ni escribir desde que mi habitual refugio sufriera una transformación, y de ser acogedor y sencillo ahora parece emanar fuego desde la sala, amenazando con hacerme entrar en estado de shock en cualquier momento.

Lo último que recuerdo fue haber ayudado a armar el árbol de Navidad contagiada por el entusiasmo de mi adorada tía. Satisfecha por el resultado me retiré unas horas dejándola a ella sola en el lugar de los hechos. Al volver, mi depa más parecía la casa de Papá Noel que mi otrora humilde hogar. Claro, siempre y cuando el tío panzón adorne su casa con tanto rojo que ella desborde de calor.


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Dicen que la culpable fue Coca Cola, que vistió a Papá Noel de rojo allá por inicios de los años 30. Desde entonces todos copiaron su look extendiendo su atuendo a cualquier símbolo navideño. Yo sé, también hay otros colores en la paleta (como el blanco, verde, azul, plata, dorado, etc) pero la supremacía es y ha sido del rojo. Todo un clásico. Y más aún, hoy que vuelve a causar sensación en cuestiones de moda. Sí, fue por eso que accedí a darle un poco de color a mi árbol. Fue por eso también que mi adorada tía se lanzó a la carga alborotando muebles, paredes y todo lo que hubiese a su paso. El resultado: estoy a punto de saltar por la ventana.

Es cierto aquello de la energía, pasión y fuerza así como la irritabilidad que produce éste bendito color en exceso. Seguro que podría alterar hasta al más frío de los humanos. Por mi parte me he visto dando vueltas como leona enjaulada los últimos minutos, tratando de hacerme entender que no es un incendio, que es solo una decoración kitsh donde los únicos heridos son mis ojos y mis nervios. Oh sí, me gusta diciembre.

Leyenda 1: A mi elefante (de espaldas a la cámara) creo que no le hace mucha gracia la nueva decoración.

Leyenda 2: Mickey parece a punto de desmayarse.

Fotos: Angélica C.

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