Thursday, April 26, 2007

No boten al mimo

¿Me puede mostrar su licencia?


Silencio total.


Le he dicho que me muestre su licencia (un poco fastidiado).


Solo una leve respiración es percibida.


Déme su permiso! (más enérgico).


Al frente hay una estatua humana, inamovible, impávida.



Estos dos municipales no entienden que cuando un mimo se mete en el personaje nada ni nadie interrumpe su trabajo, ni siquiera un mísero pedido de mostrar su licencia o permiso del municipio para poder tener el honor de pararse en la esquina de una plaza por un par de horas. Y es que éste mimo no puede defraudar a la decena de infantes que lo ven atentos mientras los dos municipales intentan echarlo. Ellos solo quieren que el mimo cambie de posición y buscan unas moneditas en sus bolsillos para que todo vuelva a la normalidad. Pero no es posible, los hombres vestidos con camisa celeste insisten en querer desalojar al mimo pese que ahora ya encontraron la bendita licencia a sus pies, al lado del sombrero que acoge las monedas de su público.

Solo puedes estar aquí los viernes, hoy es sábado, tienes que irte! (vocifera el otro).


Los rostros de los pequeños empiezan a cambiar del desconcierto a la tristeza. La del mimo no, continúa mirando el vacío con una sonrisa congelada a lo Mona Lisa. Se escuchan otras voces de protesta, esta vez de los padres de los niños, resueltos a defender el derecho de sus hijos a disfrutar del espectáculo, y de paso, a quejarse por la ineficiencia del municipio en otros temas de mayor importancia donde solo se cruza de brazos o se inmoviliza. Como el mimo.

Déjenlo! Él no está haciendo nada malo, no ven que los niños están mirando.


Además, es cultura!


Para eso sí tienen gracia, por qué no actúan así de rápido para los trámites.




Cada vez hay más personas alrededor del mimo y los municipales, pero nadie da monedas, solo elevan sus protestas. Los viejitos que acostumbran a sentarse en la plaza también han venido, hasta las palomas han cambiado su lugar siguiendo a aquellos que maíz en mano buscan saber por qué tanto alboroto.

Los municipales se están yendo, casi con la cola entre las piernas, llevando la noticia que no ha sido posible limpiar de mimos esta plaza. Todo vuelve a la normalidad. Los infantes piden más moneditas a sus padres, de 10 céntimos basta para que por obra y gracia celebren un nuevo movimiento del hombre de cara blanca. Para sus padres queda el poema impreso en el papelito que les viene de regalo, enrollado, emulando un pergamino minúsculo. El mimo ha cambiado de postura, pero su sonrisa se mantiene intacta, ya no es fría ni forzada, hay satisfacción en ella, hay esperanza.

Foto: José Luis Cabello (Cuaderno del profesor)

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Sunday, April 08, 2007

Anecdótico encuentro fotobloguero

Requisito: una cámara fotográfica.
Lugar de partida: Plaza de Armas de Lima.
Fecha y hora: Domingo 25, 9.00 am.

Seis fueron los valientes (eso va por el horario y el tremendo sol que acompañaron el evento), todos ellos se desperezaron queriendo o sin querer tanto, tomaron su taxi y llegaron para unirse a la manada que recorrió algunas calles del centro histórico. El tamaño no importaba si de hacer clic y congelar el tiempo se trataba, algunas cámaras eran pesadas y grandes, otras menudas y livianas pero todas cumplieron su función esa mañana haciendo su mejor performance. ¿Que quiénes la pegaron de artistas de la fotografía por un día? Pues nada más y nada menos que Juan Arellano, Leuzor, Jesús, Guille da Maus, Ruddy (mi invitado especial) y quien escribe. No habremos alborotado las calles ni conseguido que nos pidan autógrafos pero de que llamamos la atención lo hicimos... aunque sea de los fugaces transeuntes que se cruzaron en nuestro camino.
Me quedé con ganas de reproducir esa ensalada de imágenes. Les dejo el detrás de cámaras... las fotos de la ciudad quedan solo para mi archivo.



Guille da Maus llevó hasta trípode, todo un hombre orquesta.


Pizarro se enfrentó a Ruddy en dura batalla. Adivinen quién ganó.


Leuzor sacó por un momento el modelo que lleva dentro.


Jugando a ser el más veloz, Ruddy me retó y Juan Arellano ni se inmutó con los flashes.


Jesús mismo viajero errante sentado en las vias del tren. Leuzor hace las veces de fotógrafo.


Tras las rejas. Ruddy y Jesús guardan sus equipos, el paseo ha terminado.



Fotos: Angélica C.

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