Marciana de pelo negro
¿Quién dice que el negro no es llamativo? ¿Quién se atreve a desconocer las bondades del color del ébano? Casi nadie sin lugar a dudas; su elegancia y misterio marcan la diferencia y hasta hacen la envidia del arco iris en las preferencias del público. Bueno, mientras esté en la ropa o en las botas, o en las gafas o en el coche. Pero parece que su popularidad no es tal si se traslada a los cabellos... por lo menos a los de las mujeres (de este país).
Sí, por eso basta echar una mirada alrededor para encontrarnos con cada vez más rubias y castañas transitando la vía pública. Hasta allí todo bien, considero el tinte un accesorio común y silvestre, y mientras esté bien llevado (léase si favorece al portador (a)) pues adelante (yo misma he pertenecido al grupo de las pelirrojas por varios años). El problema es cuando solo esos colores se vuelven “los colores” y al resto que le parta un rayo.
Un nuevo paso en mi vida me hizo pensar en cambiar de estilo trayendo consigo un buen frasco de tinte negro azabache y un corte sacado de alguna revista. Lo primero lo hice yo misma y lo segundo en un salón claro está. De eso ya hace dos meses, casi el mismo tiempo que tiene mi blog.
Tengo que confesar que me cayó a pelo, me fascinaba ver mi reflejo tratando de adivinar dónde estaba escondida aquella enigmática mujer de piel (más) pálida y mirada (más) profunda todo este tiempo (aunque nadie me había dicho nada al respecto). Caminaba sintiéndome tan única (cosa rara, no? Si se supone que aquí la mayoría tiene cabello oscuro) con mi melena al viento hasta que me bajaron a tierra.
Hace unas semanas unas amigas del instituto se dieron cuenta del tinte sorprendiéndose de mi elección sin mucho agrado (“ah con razón, ya nos parecía raro”, “no está tan artificial”). Poco después una de mis cuñadas añadió su cuota de decepción (“¡te pintaste de negro?!! Hmmm”).
Y la estocada final la dio el estilista con el que me topé hace unos días en esos lugares que se hacen llamar spa (“pero por qué lo hiciste”, “cuando vayas a querer aclarártelo ya no vas a poder”, “ahora van a estar de moda los reflejos castaños y toda la gama del rubio”).
Finalmente terminé siendo una marciana, anticuada que linda con la huachafería... solo por elegir el color de pelo más común en el Perú, el negro. ¿Acaso solo las rubias y castañas pueden ser atractivas? ¿Somos las morenas bichos raros solo por no querer ser como ellas?
Leyenda: Belleza negada. El azabache no tiene jale. Foto: Internet.