Cómo "engatusar" a un rottweiler

Quien sabe. Ya agradecería yo a quien me diera la fórmula mágica. Bien que me hace falta para dejar de ver a esa enorme, redonda y oscura mascota que vive en casa de mi enamorado sin preocuparme por salir entera. Más que por ser enorme, redonda y oscura mi instinto de supervivencia se pone en alerta al ver sus filudos colmillos y ser testigo de su acalorado temperamento. Por que de que tiene malas pulgas las tiene.
Y precisamente me vengo a emparentar yo con un rottweiler cuando siempre había visto con cautela a todos esos "lindos" y "pacíficos" animalitos primos de Lay Fung (can que saltó a la fama tras haber convertido en cadáver a un delincuente en pleno robo) paseando por mi distrito junto a sus también "lindos" y "pacíficos" dueños muy orondos cadena en mano (prueba irrefutable de que amos y perros acaban siendo reflejo el uno del otro). Como mínimo terminaba saliéndome de la vereda cada vez que coincidía con alguno de ellos frente a frente. En el peor de los casos cruzaba la pista, todo dependiendo del tamaño y la cara de ambos.
No vayan a pensar que soy de aquellas personas miedosas o que les tienen alergia a los perros; nada más falso. Yo AMO a los animales. Sencillamente se me cae la baba y hasta lloro de emoción con ellos. Debo parecer orate pero nada en el mundo me da más ternura que la espontaneidad e inocencia de los cachorros jugando con aquel brillo en la mirada que me hace admirar a la sabia naturaleza.
Mis gustos no se limitan a los canes, incluyen a casi toda la fauna (domésticos y salvajes) exceptuando a los insectos (realmente me dan nervios), las ratas, las hienas y las aves de rapiña. A veces pienso que sería feliz viviendo en medio de la jungla; el único problema es que me gusta la comodidad de la ciudad así que tengo un conflicto interior al respecto.
Pero con los rottweiler sí ando con cuidado. Trato de buscar razones y creo que todo se remonta a ese antiguo filme que vi en mi chiquititud, La Profecía, donde un rottweiler era la encarnación del mal (para ser más justa debería también cuidarme de los niños bonitos, ¿o acaso no era así el anticristo?).

Argos ha sido, es y será todo un reto para mí. Mi hijastro tiene ocho años y como todo rottweiler que se precie es posesivo y dominante. Para colmo de males hasta antes de que nos conociéramos solo él acaparaba la atención de su “papi”. Y entonces un buen día le presentaron a una humana que pesa menos que él, ni se le compara en gracia y encima le somete al encierro cuando visita su propia casa. Fue una lucha sin cuartel, donde yo tenía las de perder; imagínense intentar hacerle el alto a un rottweiler americano (más grandes que sus pares alemanes) full pedigree, rebelde y celoso. Así que no me quedó más remedio que mostrar mi cara más angelical esperando que se me haga el milagro de volverme su amiga algún día.
Cuatro años después parece que tanto anticucho, pizza y pasteles (ambos tenemos los mismos gustos) está dando resultado. Resulta que pese a sus raíces extranjeras mantiene su lado peruano vivo por lo que es posible llegar a él por el estómago, y de vez en cuando paseos, besos volados y palabras dulces (de lejos claro está). Es que en realidad le estoy tomando mucho cariño.
Y él tampoco es que me adore (¡ni siquiera puedo tocarlo hasta el día de hoy!) pero ya no me quiere asesinar cuando me ve en la puerta (tras las rejas por supuesto). El otro día me miró unos segundos e hizo un extraño movimiento con la pata, como raspando el piso. ¿Será esa una señal de aceptación? ¿O era que mi ropa olía a comida? Felizmente es macho pues sospecho que si fuera hembra no habría solución.
Leyenda 1: Argos, mi hijastro.
Foto 1: Ruddy Tena.
Leyenda 2: No hay duda, tenemos los mismos gustos.
Foto 2: Del hi5 de su "papi".
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